Los errores son acciones desacertadas. Podemos decir que cada vez que se comete un error se está fracasando en algo.
Esto pareciera una muy mala noticia, sin embargo, cometer errores es parte fundamental del proceso de aprendizaje. Woody Allen dijo que el éxito consiste en saber ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.
Cuando se comete un error existen, a grandes rasgos, dos alternativas: elegir el camino de la lección ó elegir el camino del látigo. Pero, en ambos casos, es importante no ignorar tus errores para poder discerir la información valiosa que tienen para vos.
Los japoneses sostienen que cada error es un tesoro y, aunque muchas veces es difícil de ver, siempre hay una lección que podemos aprender ya sea que tomemos uno u otro camino.
Cuando elegís, conciente o inconcientemente, el camino del látigo, estás listo para autocastigarte por la forma en que actuaste. Este proceso es siempre autodestructivo y muchas veces afecta también a tu entorno.
La primera pregunta para hacerte es ¿esto es verdaderamente un error o simplemente una excusa para adquirir un nuevo motivo para castigarte? La respuesta puede ser espontánea o requerir de un tiempo de análisis interno y es importante tener en cuenta tus tendencias, es decir, si sos de castigarte por todo (o casi todo) o si simplemente en este caso puntual te estás castigando.
Este es el camino que habilita en tu interior al Juez, ese personaje que representa un aspecto tuyo y que, obviamente, juzga (habitualmente de forma negativa) todo lo que hacés, hiciste y harás. Este círculo vicioso no tiene fácil salida a simple vista, pero si te animás a detectarlo, cada vez será mayor tu claridad mental y sabrás cuándo está hablando «tu Juez». De esta forma y con entrenamiento en el tiempo podrás acallar poco a poco este aspecto tuyo.
Algunas cuestiones para tener en cuenta:
– No construyas una playa de un grano de arena. Distinguí muy bien cuánto es exageración y cuánto es real. Poder ver los hechos y separar las opiniones ayuda a «bajar» a un nivel más genuino.
– No generes una caza de brujas. No tiene sentido buscar culpables cuando un error aparece, en cambio es muy bueno preguntarte ¿qué tengo que ver yo en todo esto? ¿qué hice yo para que esto ocurra? Buscar tu versión responsable te adentra en el camino de la lección y siempre habrá un aprendizaje disponible.
Para poder entrar en el modo aprendizaje es importante, si así lo necesitás, pasar por el proceso anterior sin resistirlo. Lo que resiste persiste y si no canalizás el error el látigo estará ahí esperándote ansioso.
Este proceder te permitirá desarrollar tu resiliencia, esa habilidad que les posibilita a las personas recuperarse de situaciones difíciles.
Escribir las lecciones aprendidas es una buena forma de anclar aprendizajes y poder diseñar acciones para re-entrenarte. En definitiva, esto es lo que va a permitir que te recuperes y obtengas ese tan valioso tesoro que mencionan los japoneses.
¡Hasta la próxima!
Agostina Fasanella
Coach personal y de negocios.
Twitter: @AgosFasanella